Los polifenoles de los alimentos que ingerimos pueden prevenir la inflamación en las personas mayores, ya que alteran la microbiota intestinal e inducen la producción del ácido indol 3-propiónico (IPA), un metabolito derivado de la degradación del triptófano por parte de las bacterias intestinales. Así lo afirma un estudio publicado en la revista Molecular Nutrition and Food Research, realizado por el Grupo de Investigación en Biomarcadores y Metabolómica Nutricional y de los Alimentos de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona y el CIBER sobre Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES).

El equipo, liderado por la profesora Cristina Andrés-Lacueva, de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la UB, también es miembro de la Red de Innovación Alimentaria de Cataluña (XIA).

Polifenoles y envejecimiento saludable

Los polifenoles son compuestos naturales, considerados probióticos, que consumimos principalmente a través de frutas y verduras. Varios polifenoles de la dieta tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias bien conocidas, así como la capacidad de interactuar con las bacterias presentes en el intestino humano y producir postbióticos (como el IPA), lo que aumenta sus efectos positivos para la salud.

Cada vez hay más evidencia que confirma que el consumo regular de polifenoles en la dieta puede contribuir a un envejecimiento saludable, especialmente si forman parte de una dieta saludable, como la mediterránea, y se asocian a un estilo de vida saludable, es decir, que incluye actividad física regular y excluyendo el tabaco y el alcohol, por ejemplo.

El estudio demuestra que la interacción entre los polifenoles y la microbiota intestinal puede inducir la proliferación de bacterias con capacidad de sintetizar metabolitos beneficiosos, como el IPA, un posbiótico con propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y neuroprotectoras que contribuyen a mejorar la salud de la pared intestinal. Por tanto, este compuesto contribuiría a la prevención de algunas enfermedades asociadas al envejecimiento.

“Si consideramos los efectos beneficiosos del IPA sobre la microbiota intestinal y la salud en general, es importante encontrar estrategias fiables para promover la producción de este metabolito”, apunta el coprimer firmante del estudio, Tomás Meroño, del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía de la UB y CIBERFES.

Como parte del estudio, los investigadores realizaron un análisis multiómico para monitorizar los niveles de IPA en suero, además de analizar la composición de la microbiota intestinal en muestras fecales de cincuenta y un voluntarios mayores de sesenta y cinco años que seguían una dieta rica en polifenoles (té verde, chocolate amargo, frutas como manzanas, granadas y arándanos) durante ocho semanas.

Aumento de IPA en sangre y crecimiento bacteriano

Los resultados muestran que la dieta rica en polifenoles generó un aumento significativo de los niveles de IPA en sangre, junto con una disminución de los niveles de inflamación y cambios en las bacterias de la microbiota, del orden de las Bacteroidales.

Sorprendentemente, los investigadores no observaron los mismos efectos en los voluntarios con enfermedades renales, lo que podría explicarse por la composición alterada de su microbiota intestinal. Estas personas mostraron cantidades más bajas de IPA al comienzo del ensayo en comparación con los voluntarios con función renal normal.

“Estos resultados podrían tener relevancia clínica, ya que los niveles bajos de IPA se han asociado con un rápido deterioro de la función renal y a la enfermedad renal crónica”, apunta la profesora Cristina Andrés-Lacueva.

Por lo tanto, una dieta rica en polifenoles que incluya alimentos probióticos como té verde, chocolate negro y algunas frutas como manzanas, granadas y arándanos podría aumentar la producción de IPA a través de cambios en la composición de la microbiota intestinal. Este aumento de los niveles de un posbiótico como el IPA en personas mayores podría ser beneficioso para retrasar o prevenir enfermedades crónicas que perjudican la calidad de vida.

El estudio también cuenta con la participación de equipos de la Universidad de Milán (Italia), el Instituto Quadram (Reino Unido) y el Instituto Nacional de Salud y Ciencias del Envejecimiento (INCRA, Italia), entre otras instituciones.

Fuente original: worldhealth.es 

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